Por Javier Escorzo. Publicada originalmente en Mundopop.
La suya es una de las personalidades más fascinantes del rock español. En los ochenta conoció el éxito en su máxima extensión. Su vida se convirtió en una espiral de grabaciones, entrevistas y conciertos hasta que, a mediados de los noventa, decidió apearse del tren de la fama. Fue entonces cuando comenzó a editar discos en solitario, primero bajo el cobijo del grupo ficticio Cabaret Pop y después bajo su propio nombre. Sus ventas y popularidad descendieron en la misma proporción en la que su propuesta iba ganando calidad. Llegó a estar ocho años sin subirse a un escenario, pero ahora ha vuelto. Compagina la música con la pintura, su otra gran pasión, y vive su vida con toda la tranquilidad que puede permitirse. Diego Vasallo nunca quiso ser una estrella, pero su luz sigue brillando en lo más alto del firmamento de la música nacional.
P.- Editaste “Canciones en ruinas” hace un año y medio. ¿Cómo lo ves con la perspectiva que da el paso del tiempo?
R.- Bueno, los discos siempre envejecen, eso es inevitable. Unos mejor que otros, pero todos envejecen. El paso del tiempo se va notando, como en todo. Pero bueno, creo que el disco sigue aguantando bien, dentro de su carácter, que es muy austero y muy crudo, probablemente el más austero y crudo que he hecho. Pero creo que todavía aguanta bien el tipo.
P.- Es un disco que está muy conectado con los dos anteriores, “Canciones de amor desafinado” y “Los abismos cotidianos”. Se ve una evolución en ellos: cada vez más austeridad instrumental, los textos han ido cobrando importancia y cada vez cantas con una voz más grave. Pero pese a sus diferencias, comparten un mismo espíritu, ¿no?
R.- Sí. Yo creo que con “Canciones de amor desafinado”, que es del 2000, inicié un camino en una dirección de la que no me he alejado demasiado. Siempre hay cambios de disco a disco, pero yo creo que es una propuesta musical bastante concreta, para bien y para mal. Sí hay cambios, unos tienen más instrumentación, otros menos arreglos, otros más acústicos… Pero digamos que la propuesta y la dirección musical viene siendo la misma desde hace unos años.
P.- Eso es curioso, porque hasta “Canciones de amor desafinado” tus discos, tanto en Duncan Dhu como en solitario, se caracterizaban precisamente por lo contrario, por cambios muy radicales de un disco a otro. ¿Este es tu estilo definitivo, o puede ser que dentro de un tiempo cambies de gustos y vuelvas a grabar algo muy diferente?
R.- Nunca se sabe. A mí de da la sensación, mirando hacia atrás, de que sobre todo el período “Cabaret Pop” yo estuve buscando cosas, buscando mi manera de expresarme. Yo venía de un grupo y no es lo mismo plantearte un disco donde tú asumes el timón y cantas. Veo esa época un poco cambiante, creo que fue una época de búsqueda. Digamos que ahora creo que sí he encontrado, más o menos, las coordenadas donde me puedo expresar mejor, pero eso no quiere decir que no vaya a haber cambios, de hecho los habrá seguro. Lo que no sé es si serán ya cambios tan radicales. De hecho en la actuación de hoy, y en toda esta gira que estoy haciendo con el grupo “Contacto en Francia”, se ven cambios y suena muy diferente.
P.- Entre los tres discos que hemos comentado, has ido editando otros más experimentales: “El cuaderno de pétalos de elefante” con Suso Sáiz, “La máquina del mundo” con Roger Wolfe, y “Lieder”, el libro disco con Joserra Senperena, Suso Sáiz y Rafa Berrio, aunque en este último tu aportación no fue musical, sino pictórica. ¿Qué papel juegan estos trabajos dentro de tu discografía?
R.- La verdad es que me gustan mucho este tipo de proyectos. Todos han sido experiencias extraordinarias. La última, que ha sido la de “Lieder”, fue una experiencia buenísima. Hicimos cuatro exposiciones, en mi opinión muy válidas. Creo que el concepto estaba muy asumido por todos y muy bien realizado. Me gusta este tipo de proyectos, me gusta colaborar con otros lenguajes dentro del arte y mezclar la música con pintura, fotografía o en el caso de “La máquina del mundo” con los poemas de Roger Wolfe. Y me gustaría de vez en cuando seguir haciendo cosas de este tipo.
P.- Fue precisamente con “El cuaderno de pétalos de elefante” cuando decidiste dejar de hacer conciertos, y estuvisteocho años (hasta que salió “Canciones en ruinas”) sin subirte a un escenario. ¿Por qué tomaste esa decisión?
R.- Por muchos motivos. El primero por cansancio. Llevaba muchísimos años tocando, antes venía de no parar de hacer giras con Duncan y yo creo que estaba ya cansado. Y luego también las giras que hice en solitario fueron muy insatisfactorias, sobre todo a nivel de medios. Hicimos bastantes conciertos, la verdad, pero íbamos a salas donde no te encontrabas con buen sonido, sitios que no eran adecuados para la propuesta que yo estaba ofreciendo, cosa que ahora eso lo estoy cuidando muchísimo más. Estamos tocando en sitios en los que la gente está sentada, y hay otro tipo de ambiente, procuramos que lo haya. Llegó un momento que me decepcioné y simplemente me dediqué a otras cosas, básicamente a la pintura.
P.- ¿Había algo de inseguridad, o de fobia? Me llamó la atención que en el disco en directo de Mikel (“Tres noches en el Victoria Eugenia”), tu colaboración fue la única que se grabó a puerta cerrada, sin público.
R.- Sí, es verdad que tuve unos años de cierta fobia escénica. Se podría decir que le cogí mucha manía al escenario. Yo creo que era simplemente hartazgo y cansancio, y decepciones por tocar en sitios inadecuados y ver que la gente no respondía. Pero bueno, ahora, aunque estamos tocando en sitios muy reducidos y a veces con poco público, creo que las cosas están más encauzadas, y de hecho creo que funcionan mejor los shows de ahora que los de hace unos años.
P.- Sí, es cierto. Vi un par de conciertos de los que diste nada más sacar “Canciones en ruinas”, y yo tenía mucha curiosidad por ver cómo te desenvolvías en el escenario después de ocho años sin tocar, y para mi sorpresa te vi mucho más suelto que antes de dejarlo, con más aplomo, gesticulando mucho…
R.- Sí, es que lo he cogido con muchas ganas. Dejar pasar todo ese tiempo me ha hecho retomarlo con ganas, y es cierto, me siento muy a gusto con estos conciertos. Esto que presento ahora es con una formación diferente a la que llevaba hace un año. Me acompaña el grupo “Contacto en Francia”, y esto suena más a grupo, está más cercano al folk rock y al rock. Dentro del mundo acústico, pero más cercano al rock que lo que viste hace un año.
P.- Sobre “Contacto en Francia”, es un grupo argentino afincado en España que un día escucharon tu canción “Polaroids” (incluida en “Diego Vasallo y el Cabaret Pop”, 1995) y les gustó tanto que te llamaron y habéis grabado una nueva versión que está a punto de salir en vinilo.
R.- Sí, eso es.
P.- Y la pregunta es: ¿cómo se convence a un tipo como Diego Vasallo, tan poco aficionado a mirar hacia atrás y a revisar cosas antiguas, para que vuelva a grabar una canción de hace más de 15 años? Porque además creo que habéis reunido a la formación que grabó la canción en 1995.
R.- Sí, bueno… La verdad es que me convencieron muy fácilmente. (Risas). Me fueron a ver a un concierto y les dije que me pasaría por el estudio para escuchar lo que estaban haciendo. Me gustó mucho. Realmente es una versión bastante fiel, aunque por supuesto ellos le inyectan su vida y su energía. Suena un poco más soul de los 70. No me lo pensé mucho, y creo que ha quedado muy bien.
P.- Os vi el concierto de ayer en Bilbao, y le han dado más brío a tus canciones. La gira anterior era más austera, pero ahora con “Contacto en Francia” hay canciones que suenan muy potentes, con mucha energía.
R.- Sí, ellos lo han llevado a su terreno, que es un terreno más pop rock, adaptándose a mi cancionero y a mi forma de cantar. Tocamos a bajo volumen, por ejemplo. Pero sí, ellos lo llevan hacia un terreno más folk, country… Hay toques de tango también, y de otros folclores. Pero la actitud y la forma de tocar es más cercana al rock. Es lo que hacen ellos, y yo me he puesto en sus manos.
P.- Hay una canción que tocas en directo desde hace mucho tiempo, de hecho la grabaste en “Los abismos cotidianos”, y es “Demasiado tarde”, de Enrique Urquijo. ¿Qué significa para ti Enrique?
R.- Para mí Enrique ha sido uno de los mejores compositores en castellano de las últimas décadas. Me gusta muchísimo, también como cantante. Aunque le conocí poco, me resulta una persona muy cercana a mi mundo, me siento muy identificado con sus letras y con su forma de ver la música, de cantar… Yo creo que era una persona muy especial y me gusta rendirle ese homenaje.
P.- ¿Leíste la biografía que escribieron sobre él?
R.- No, no la he leído.
P.- Es que ahora que dices que te identificas con él, recuerdo que en ella hay alguien, creo que era Alfonso Pérez de DRO, que decía algo así que en los noventa Enrique no tenía ni idea de quiénes eran Oasis o Blur, pero se volvía loco con Mª Dolores Pradera, que sé que a ti también te gusta mucho.
R.- Sí, mucho.
P.- Habéis seguido una línea similar, desde el pop rock más anglosajón hasta estilos más populares, eso se ve en sus discos con Los Problemas, que hacía versiones de rancheras, de Carlos Cano… Yo creo que por ahí tenéis puntos en común.
R.- Sí, yo creo que teníamos muchos puntos en común en cuanto a criterio musical, influencias… A mí todo ese cancionero que él grababa y que tocaba siempre en directo me fascina desde hace muchísimo tiempo. Y también es verdad que yo he perdido mucho interés por el rock, al menos por el más actual, y sobre todo por el brit pop. Ahora mismo me gusta más un rock más de raíces en todo caso. De hecho últimamente he vuelto a escuchar más rock otra vez, pero bueno, digamos que es un rock muy enraizado con el folk y con el pasado. Pero sí, en ese aspecto creo que yo tenía mucho en común con Enrique y con su visión de la música, con su criterio y su repertorio.
P.- Otra canción por la que te quiero preguntar es “Mapas en el hielo”, que se la has cedido a Mikel y la ha publicado en su último disco. Creo que desde su “Detalle del miedo” volvéis a estar otra vez cercanos, musicalmente hablando. Mikel ha cambiado la forma de cantar, no sé si ha “cohenizado” o “vasallizado” su voz, y su estilo también tiene puntos en común con el tuyo.
R.- Sí, de hecho yo creo que estamos bastante cerca en cuanto a gustos y a influencias. Quizás yo tengo esa parte de gusto por el folclore no anglosajón, y Mikel no tiene ese interés, pero luego hay muchísimas cosas que nos unen. Independientemente de la voz, porque yo creo que no lo que ha hecho en estos discos es cantar más grave, simplemente, no creo que le haya cambiado la voz. Pero sí, hay muchos terrenos en los que coincidimos, todo el rock y el country americano, todo el rock de raíces, incluso el rockabilly y el rock más primitivo. Todo eso nos gusta mucho a los dos. Quizás yo estoy más desvinculado de la onda de grupos más contemporáneos, que Mikel los sigue de una manera más fiel que yo.
P.- El año pasado coincidisteis en algunos conciertos, que no eran conciertos de Duncan Dhu, sino que cantabais cada uno por separado, aunque al final sí que salíais juntos a hacer alguna canción de Duncan, que en tu caso llevabas muchísimo tiempo sin interpretar. ¿Qué sentiste al volver a cantar esas canciones?
R.- Si te digo la verdad fueron un poco caóticas, porque las habíamos ensayado poco y no salieron todo lo bien que hubieran debido. De todas formas, yo no soy especialmente dado a las nostalgias en ese aspecto; bueno, y creo que en ningún aspecto, pero en el musical desde luego menos. Yo siempre prefiero tocar temas recientes que temas antiguos. Pero incluso dentro de mi repertorio, ahora estoy tocando de los últimos discos. Por ejemplo de Cabaret Pop tampoco… Hay un momento en el que te desvinculas de las canciones. A mí me pasa mucho con las letras, me es muy difícil cantar cosas de hace veinte años, pero más por las cosas que estás diciendo que por el ropaje musical, porque eso lo puedes cambiar, lo puedes adaptar, pero la letra es lo que es, y me cuesta mucho decir ciertas cosas que ya no me conmueven. Me fijo mucho en las letras a la hora de elegir el repertorio.
P.- El otro día leí una entrevista a Nacho Vegas en la que decía que lleva toda la vida escribiendo la misma canción, pero que esa canción no sale igual con veinte años que con treinta o cuarenta. Independientemente de la instrumentación o la producción, ¿tú te reconoces en las canciones que escribiste hace años?
R.- Hay etapas en las que me reconozco más que en otras. Como te comentaba antes, lo de Cabaret Pop fue una especie de búsqueda, casi como un juego. Ahí me veo menos reflejado. La época de Cabaret Pop, sobre todo los dos primeros discos, fue como si te pones un disfraz, un alias, y haces una música distinta de lo que sueles hacer, que eso lo hace mucha gente. Yo no me ocultaba, se sabía que era yo, pero…
P.- Bueno, firmabas como Cabaret Pop…
R.- Sí, cierto, ponía el nombre del grupo, en parte por eso. Y en esa época me cuesta más verme reflejado. En aquel momento hacía eso porque me interesaba ese tipo de sonidos y me apetecía experimentar con ellos. Pero bueno, la prueba es que duró poco. Hice dos discos y ya el tercero fue muy distinto, y luego ya cambié totalmente.
P.- Para terminar: en algunas frases de tus discos y de tus libros, incluso en alguna entrevista, dejas ver una pretensión de llevar una vida plácida, serena. Has llegado a decir que no tener sueños es el mejor camino para alcanzar la felicidad. ¿Esta visión actual de la vida puede ser consecuencia del éxito tan desmesurado que tuviste con Duncan Dhu, y de la vida tan intensa y acelerada que tuviste que llevar?
R.- Es posible. Yo a veces suelo comentar con algún amigo, concretamente con Juanra Viles que fue el batería original de Duncan Dhu, que a veces me da la sensación de que hemos vivido dos vidas en vez de una. Y es verdad que empezamos muy críos, éramos muy jóvenes. Y sí, también es verdad que mi idea abstracta de sentirme bien es con una cierta distancia de las cosas; incluso del trabajo, e incluso de la música. Lo que pasa es que al mismo tiempo yo soy tremendamente contradictorio y no paro de meterme en proyectos y hacer cosas. Pero sí, desde hace años mi idea de cómo me gustaría… iba a decir acabar (risas), y no se trata de acabar, sino de vivir de aquí a un tiempo, es de una manera más pausada y más alejada, probablemente fuera de aquí (San Sebastián) y fuera de Madrid. Eso no quiere decir que no puedas trabajar, porque por ejemplo pintar, puedes pintar en cualquier sitio, igual que escribir y componer. Pero de una manera… muy fuera de lo que es la industria y la vorágines de galería. Hacer una muestra de vez en cuando y grabar algo de vez en cuando. Seguir pintando y escribiendo a un ritmo muy libre: eso yo pienso que lo acabaré haciendo, no sé cuándo, pero quizás no tarde mucho.
P.- Esperemos que sí tardes mucho.
R.- (Sonríe). Ya veremos.