Por Javier Escorzo.
Tras la exitosa gira con Duncan Dhu, Mikel Erentxun y Diego Vasallo han decidido volver a sus carreras en solitario. Y parece que será Mikel el primero en reaparecer. Precisamente estos días se encuentra en los estudios que Paco Loco tiene en el Puerto de Santa María (Cádiz), dando los últimos retoques a su nuevo disco, que previsiblemente verá la luz a primeros de 2015.
El cantante donostiarra hizo un parón en la grabación para actuar en Vitoria. Y a punto estuvo de no poder hacerlo, ya que, debido a la niebla, Mikel perdió la conexión aérea que tenía programada. Finalmente consiguió llegar a Madrid y hacer la segunda mitad del viaje en coche, por lo que, finalmente, el concierto pudo celebrarse.
Mientras todo esto sucedía, y ajeno a tantas visicitudes, el público iba llenando la sala Kubik de Vitoria. Las entradas se habían agotado varios días antes y el ambiente era el propicio para una gran noche de rock.
Y eso fue, ni más ni menos, lo que Mikel ofreció. Acompañado por una banda excelente, la misma que ha acompañado a Duncan Dhu en su última aventura (esto es, Joseba Irazoki y Fernando Macaya en las guitarras, Carlos Arancegui en la batería y Miguel Artieda en el bajo), aunque con la ausencia de teclados, tal y como hace cuando acomete sus proyectos más guitarreros (como fue la gira de “El abrazo del erizo”), los músicos fueron desgranando un repertorio que en su primer tramo estuvo centrado en los discos en solitario de Mikel Erentxun (“Si te vas”, “Placebo”, “Ropa vacía”, “A pleno sol”, “¿Quién se acuerda de ti?”, o una eléctrica versión de “24 golpes”, con unas enigmáticas y desoladas guitarras de Joseba Irazoki).
A mitad de actuación comenzaron a sonar los grandes himnos de Mikel Erentxun, tanto de su carrera en solitario como de Duncan Dhu. “Una calle de París” marcó el punto de inflexión. A partir de ahí, fiesta total y karaoke colectivo (“Entre salitre y sudor”, “A un minuto de ti”, “Mañana”, “La barra de este hotel”, “Cartas de amor”, “El algún lugar”…). Fue la parte más fluida y participativa del concierto; no en vano la banda lleva más de un año interpretando esas canciones y consiguiendo, en muchos casos, las mejores versiones que de ellas habíamos escuchado jamás. Y el público respondió, consiguiendo ese ambiente que sólo las salas de mediano aforo convertidas en ollas a presión son capaces de ofrecer.
Fue, por tanto, un concierto de transición. Mikel no estrenó ninguna canción nueva, por lo que no puede adivinarse por dónde discurrirán sus próximos movimientos. Lo único que pudo intuirse (por la formación que le acompañó, por el repertorio que escogió y por la manera de ejecutarlo), es que en su nueva etapa volverá a apostar por el rock, y eso siempre es una buena noticia porque es, de todos los estilos que ha practicado en su carrera, el que mejor le sienta.
En Vitoria tuvo un pie en su pasado más reciente, el de los grandes éxitos de Duncan Dhu, y otro en el futuro más inmediato, el de su carrera en solitario. Y esos dos mundos convivieron con asombrosa naturalidad.
Quizás esta última gira con Duncan Dhu haya servido para que Mikel pueda reconciliarse definitivamente con su pasado (con todo su pasado), y en sus conciertos puedan cohabitar canciones de todas sus etapas. Deberán mandar las más recientes, por supuesto. Pero también podrán estar, bien dosificadas, las más antiguas. El público sigue queriendo escucharlas y a él le pertenecen de pleno derecho.
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Jose - Yo ya no se cuando es Duncan Dhu y cuando no ….