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Texto y fotos: Javier Escorzo
Pintaba bien la noche en el Zentral. No todos los días se tiene la oportunidad de ver a una banda del calibre de M Clan en formato de guitarra y voz. Si las canciones son buenas, deben sostenerse por sí solas en ese formato, por lo que es una buena manera de separar el trigo de la paja. La calidad del repertorio de M Clan está más que demostrada, pero la posibilidad de escuchar las canciones tal cual fueron concebidas por sus autores era demasiado tentadora como para dejarla escapar, y así lo entendieron los centenares de personas que llenaron la sala el jueves pasado.
Recordemos que M Clan grabó en 2001 un celebérrimo acústico, pero nunca había girado como dúo. A lo largo de su dilatada carrera han vestido su música con diferentes ropajes: rock sureño, pop rock, hard rock, soul, blues… Sin embargo, con esta gira ofrecen su repertorio de una manera más cercana, sin más ayuda que la guitarra acústica de Ricardo Ruipérez y, en ocasiones, la armónica y la pandereta de Carlos Tarque. No había ninguna duda sobre la solvencia de estos dos músicos ni sobre la calidad de su cancionero, y fue una delicia escuchar piezas de todas sus épocas en plena desnudez. Porque además de los clásicos, hubo también guiños al pasado, como ‘Miro atrás’ y ‘Perdido en la ciudad’ de su primer álbum (“Un buen momento”, 1995). ‘Llamando a la tierra’ y ‘Quédate a dormir’ del disco que les catapultó definitivamente al estrellato (“Usar y tirar”, 1999), o ‘Filosofía barata’ y ‘Miedo’ (de “Sopa fría”, 2004). Pero la mayor parte de los temas interpretados fueron extraídos de sus últimos discos, esos en los que se han acercado al rock’n’soul y que para muchos constituyen la cima de su carrera.
Todo salió a pedir de boca. ¿Todo? No. Hubo una parte del público que se dedicó más a hablar que a escuchar. No nos engañemos, esto no es algo que suceda solo en Pamplona, ni mucho menos exclusivo de este concierto. Por desgracia ocurre en casi todas las actuaciones. Cuando un artista se presenta en formato eléctrico pasa más desapercibido, pues el alto voltaje ahoga las voces de fondo. Pero cuando el formato es acústico (algo cada vez más habitual en estos tiempos de crisis), rompe toda la magia. Que se lo pregunten a Mikel Erentxun o a Coque Malla, que tuvieron que pedir varias veces que cesara el murmullo en sus últimas actuaciones en Pamplona. O a Quique González, que hace poco más de un año, también en la sala Zentral, llegó a abandonar el escenario, harto de aguantar la charleta de parte del público mientras él se exponía solo con su guitarra. Y eso mismo fue lo que le sucedió a M Clan. Hasta en tres ocasiones llegó a pedir silencio Carlos Tarque (antes de empezar con las canciones que requerían mayor concentración, ‘Miro atrás’, ‘Inmigrante’ y ‘Las palabras que me dijiste’). Pero como un San Pedro charlatán, parte del público se lo negó tres veces y siguió con el palique. Hasta que ya en la recta final del concierto, Ricardo Ruipérez, inevitable e irremediablemente molesto, estalló en un grito (“¡Un poco de silencio, cojones!”). El (comprensible) exabrupto generó tensión, pero cumplió su cometido, y el último tramo de la actuación se desarrolló en un ambiente adecuado.
Carlos Tarque se mostró conciliador y quiso quitar hierro al asunto. Pedro Fernández Razkin (de La Fuga) salió entonces para interpretar con ellos dos canciones (‘Dando vueltas’ y ‘Frío’, dedicada al recientemente fallecido Manolo Tena). El buen ambiente volvió a reinar en el Zentral y el show concluyó como lo que había sido: una gran velada de rock’n’roll. Aunque muchos nos fuimos a casa repitiendo como un mantra la frase de Ruipérez, confiando en no tener que utilizarla en conciertos venideros. Un poco de silencio, cojones.
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