Texto y fotos, por Javier Escorzo.
Publicado originalmente en Diario de Noticias.
CONCIERTO DE LUZ CASAL
FECHA: 21/10/2018
LUGAR: Baluarte
INCIDENCIAS: Unos tres cuartos de entrada. La banda de Luz Casal estuvo formada por Tino Di Geraldo a la batería, Peter Oteo al bajo, Jorge F. Ojea y Borja Montenegro a la guitarra y J.M. Baldoma a los teclados y acordeón.
UNA LUZ CEGADORA
Después de superar, esperemos que definitivamente, sus problemas de salud, Luz Casal ha regresado a la actividad musical. Lo ha hecho con fuerzas y energías renovadas, con nuevo disco, “Que corra el aire”, y su consiguiente gira de conciertos. Respecto al álbum, ha sido producido por el hoy en día omnipresente Ricky Falkner, que trabaja habitualmente con Love Of Lesbian, Iván Ferreiro o Quique González, entre muchos otros. Y la gira, como era de esperar, está repleta de fechas por España y otros países europeos y americanos. En Pamplona, sorprendentemente, no se llegaron a agotar las entradas, aunque faltó muy poco y la sala principal del Baluarte presentaba un aspecto magnífico. Posiblemente el hecho de que el concierto se celebrase en domingo supuso un inconveniente para algunos que, finalmente, decidieron quedarse en casa a preparar el madrugón del lunes.
Cuando se apagaron las luces, unas telas semi transparentes cubrían el escenario, a modo de sugerente telón. La banda comenzó a tocar una introducción instrumental y, cuando llegó el momento de empezar a cantar, las telas cayeron y ahí estaba Luz Casal, con un exuberante abrigo de pieles, muy similar, o acaso el mismo, con el que posa en la portada de su último disco (luego diría que era del peletero navarro Jesús Lorenzo). La actuación estuvo dividida en tres partes bien diferenciadas: la primera, centrada en las canciones de su último trabajo, como ‘Que corra el aire’ (la que le da título), ‘Días prestados’, ‘Lucas’ o ‘Miénteme al oído’, entre otras. En este tramo, el público se fue metiendo en el concierto poco a poco, arrastrado por una banda que se mostró atinada y contundente desde el comienzo (fantásticos los arreglos de guitarra acústica y piano en ‘Volver a comenzar’, por ejemplo) y, sobre todo, por una Luz a la que le sobran las tablas; la gallega fue dueña y señora del escenario, bailaba, extendía los brazos y enardecía al público con su carisma.
La segunda parte fue, sin duda, aplastante. La artista quiso comenzarla halagando a “uno de los compañeros de profesión más honestos que he conocido en toda mi vida, don Enrique Villarreal”; recordemos que los dos colaboraron en el disco en directo que El Drogas grabó en la Ciudadela. Aquí sonaron, uno detrás de otro, la mayor parte de los clásicos que Luz Casal ha aportado a la historia del pop rock nacional: ‘Entre mis recuerdos’, algo más almibarada que la original, ‘Nuevo día’, con el público cantando varias veces el estribillo, ‘No me importa nada’, ‘Sentir’, ‘Besaré el suelo’, que terminó con la artista acurrucada, escondiendo la cabeza durante varios segundos y todo el auditorio en pie, ‘Plantado en mi cabeza’, arrolladora, ‘Loca’, ‘Rufino’… Aunque uno no haya seguido demasiado de cerca la carrera de la gallega, hay que admitir que abruma semejante colección de hits, y más si esta es interpretada de una manera tan eminentemente rockera por la banda, y apuntalada por Luz, que se contoneó, saltó, agitó la melena, gritó, susurró, se clavó (figuradamente, se entiende) el pie de micro en el vientre, para luego levantarlo y exhibirlo como un trofeo… Se comió, en definitiva, no solo el escenario, sino también el auditorio entero, con público incluido.
Tras reivindicarse como la rockera nacional por excelencia, aún hubo una tercera parte, más calmada, formada por canciones como la inconmensurable ‘Piensa en mí’, seguida de varios minutos (literal) de ovación, ‘Quise olvidarte’ o ‘Amores’, en la que homenajea a Mari Trini. Aquí la gallega se mostró más diva, incluso le regalaron dos ramos de flores. Noche completa, por tanto, en la que Luz Casal, más que brillar, deslumbró.