Texto y fotos, por Javier Escorzo.
Publicado originalmente en Diario de Noticias.
FECHA: 10/11/2018
LUGAR: Zentral
INCIDENCIAS: Sala abarrotada. Público muy joven y mixto, muy implicado durante todo el concierto. La Maravillosa Orquesta del Alcohol son: Alvar de Pablo (saxofón y coros), Caleb Melguizo (batería y percusiones), Joselito Maravillas ‘El reverendo del blues’ (acordeón y coros), Jorge Juan Mariscal (bajo), David Ruiz (voz y guitarra), Jacobo Naya (teclados, percusiones, Banjo y guitarra) y Nacho Mur (guitarra).
EL MARAVILLOSO KARAOKE DEL ALCOHOL
Volvía La Maravillosa Orquesta del Alcohol a Pamplona. En esta ocasión, el escenario escogido era el de la sala Zentral, después de haber triunfado en la Ciudadela en mayo dentro de la segunda edición del Iruña Rock. La banda burgalesa, que ha dedicado los últimos meses a actuar en grandes festivales, retoma ahora la gira por salas, que es donde se demuestra cómo de sólida es su base de seguidores; los festivales pueden ser engañosos, actos a menudo más sociales que musicales en los que, por poco dinero, uno puede ver, junto a su grupo de amigos, a un montón de grupos en una sola noche. Un artista puede acostumbrarse al espejismo de actuar ante miles de personas en festivales de verano para luego perecer en el invierno eterno de las salas semidesiertas. Desde luego, no es el caso de La M.O.D.A., que agotó las entradas con mucha antelación. De hecho, el concierto tuvo que comenzar con casi un cuarto de hora de retraso, porque a la hora señalada todavía quedaba gente haciendo la cola para entrar.
A las 21:45, cuando ya no había ni un solo hueco en la sala, se apagaron las luces y por los altavoces comenzó a sonar ‘I won’t back down’, la versión de Tom Petty que grabó Jhonny Cash. No parece una elección casual, recordemos que La M.O.D.A. tiene un canción titulada ‘Hijos de Johnny Cash’ y que David, su cantante, lleva la efigie del vaquero de Arkansas tatuada en el brazo. Tras la sintonía, por fin, hizo su aparición la banda, con sus sempiternas camisetas blancas de tirantes a modo de uniforme. Fueron recibidos con gran júbilo por parte del público y el ambiente de euforia duró todo el concierto, sin ni un solo bajón. Se supone que venían a presentar su último trabajo, “Salvavidas (de las balas perdidas)”, publicado hace poco más de un año, pero, en realidad, allí daba igual qué canción tocasen; ya fuesen más antiguas o más nuevas, en cuanto sonaban los primeros acordes eran inmediatamente reconocidas, ovacionadas y cantadas con los brazos en alto. Un auténtico karaoke protagonizado por un público muy joven, que además de dejarse la garganta, bailó al ritmo del rock’n’roll arrabalero y portuario que disparaban los de Burgos. Canciones como ‘Mil demonios’, ‘La inmensidad’ o ‘Suelo gris’ se convirtieron en auténticas sinergias en las que el ardor de la banda enardecía el público, y viceversa.
Estrenaron ‘Altamira’, un tema recién grabado con Steve Albini (productor de Nirvana o Pixies, entre muchos otros), y ahí sonaron más distorsionados y crudos, aunque rápidamente volvieron a su sonido, muy reconocible y marcado por las guitarras acústicas, banjos, acordeones y saxos, un folk rock que a veces se acerca a Estados Unidos y a veces a Irlanda, en la línea de otros grupos como Mumford & Sons, por ejemplo. Así fueron cayendo, para beneplácito de la parroquia que abarrotaba Zentral, canciones como ‘Miles Davis’, ‘PRMVR’, en la que gran parte del público se hizo cargo de los versos que en el disco cantó en euskera Gorka Urbizu, de Berri Txarrak, o ‘¿Quién nos va a salvar?’.
Para cantar ‘Hay un fuego’, David, el cantante, abandonó su guitarra y se situó en el mismo borde del escenario, estrechando docenas de manos, para volver a subir las revoluciones en una recta final frenética en la que no faltaron ‘1932’, ‘Nómadas’ o su último gran hit, ‘Héroes del sábado’, con la que se despidieron. Viendo lo bien que funciona su propuesta, uno se pregunta cuál será la clave de su éxito: posiblemente radique en la fe que tienen en lo que hacen, por un lado, y en la sinceridad y la garra con la que lo expresan, por otro. Gustarán más o menos, pero son creíbles, auténticos, genuinos. Una banda de las de verdad.