Texto y fotos, por Javier Escorzo.
Publicado originalmente en Diario de Noticias.
FECHA: 04/11/2018
LUGAR: Baluarte
INCIDENCIAS: Sala llena. En su actual formación, Jethro Tull son: Ian Anderson (voz, flauta y armónica), Florian Opahle (guitarra), Scott Hammond (batería y percusión), John O’hara (teclados) y David Goodier (bajo).
CINCUENTA AÑOS DE ROCK
Nueva noche histórica la vivida en Pamplona el domingo pasado. En esta ocasión, por Baluarte pasó una auténtica leyenda del rock internacional: Jethro Tull. La banda británica, liderada desde su formación por el incombustible Ian Anderson, llegaba a nuestra ciudad para celebrar su medio siglo de vida, que se dice pronto. Una verdadera suerte que nos visitase un grupo de semejante calibre, y más teniendo en cuenta que solo ha hecho dos paradas en España (Madrid y Pamplona). No olvidemos que hablamos de uno de los creadores del llamado rock progresivo, con más de sesenta millones de discos vendidos y gran influencia sobre multitud de artistas que vendrían después (acuérdense de Ñu). Y Baluarte se llenó de un público talludito que quería rememorar sus años mozos. También había, aunque en menor número, gente más joven con curiosidad por ver a una de las grandes formaciones de la historia de la música o, quizás, por ver quién estaba detrás de los discos que sus padres escuchaban cuando ellos eran pequeños.
El concierto comenzó con gran puntualidad, algo que siempre es de agradecer (y más un domingo). Sobre una inmensa pantalla situada en la parte trasera del escenario se fueron proyectando imágenes de su trayectoria: portadas de discos, imágenes de conciertos… Mientras, los músicos comenzaron también su repaso por su propia historia, y qué mejor manera de hacerlo que con la canción que abría su debut discográfico, ‘My sunday feeling’. Anderson, único miembro superviviente desde los inicios, ha podido perder algunos registros vocales, aunque sigue siendo un cantante más que solvente, y desde luego conserva intacto su carisma cuando canta y, muy especialmente, cuando sopla su característica flauta (que, por otro lado, aporta a su sonido toques de folk). Ademas de los músicos que estaban sobre las tablas, hubo muchos amigos que quisieron sumarse a la celebración; lo hicieron felicitando al grupo mediante mensajes grabados y emitidos en la pantalla posterior. Fue el caso de Jeffrey Hammond – Hammond, bajista que abandonó el grupo en 1975 para dedicarse a la pintura. A él le dedicaron ‘A song for Jeffrey’, una pieza bluesera en la que Anderson sustituyó la flauta por la armónica. Posteriormente, también aparecieron otros antiguos miembros de la banda (como Mick Abrahams, guitarrista hasta 1968) o ilustres compañeros de profesión (Joe Bonamassa, Toni Iommi, de Black Sabath, Steve Harris, de Iron Maiden, Joe Elliot, de Def Leppard, o Slash, de Guns N’ Roses).
Como debe ser en este tipo de grandes eventos, el espectáculo no defraudó. Buen sonido, bonitos juegos de luces y eficaz escenografía, quizás demasiado sobria, aunque así se centraba la atención en la música. Y en ese aspecto, no fallaron, ofreciendo sus canciones más emblemáticas, como ‘My god’ o ‘Thick as a brick’. Tras este tema anunciaron un descanso de quince minutos, una costumbre bastante discutible, ya que se corre el riesgo de que el público, que ya se había metido en el concierto, perdiese el ritmo de la actuación. Y algo de eso hubo, aunque, a decir verdad, costó poco volver a recuperarlo, ya que llegaba el turno de los grandes clásicos. ‘Too old to rock’n’roll; too young to die’ fue el punto de inflexión, cosechando los mayores aplausos de la noche, aunque fueron superados por los de ‘Aqualung’, posiblemente su mayor himno, que puso al auditorio de pie. Los músicos aprovecharon ese momento para intentar retirarse, aunque quedaban los consabidos bises. En esta ocasión, una única y certera ‘Locomotive breath’ selló la despedida definitiva. Las personas que llenaron el Baluarte podrán decirlo dentro de unos años: yo estuve allí.