Texto y foto: Javier Escorzo
EL DROGAS TOMA LA CALLE
Suele hacerlo cada poco tiempo: se reúne con los músicos de su banda, colocan los amplificadores en la acera, enchufan los instrumentos y se ponen a tocar; tan sencillo como eso. Sin permisos municipales ni licencias administrativas. Sin grandes parafernalias y saltándose a la torera todas las trabas burocráticas. Es la manera que tiene El Drogas de reivindicar la calle y una cultura verdaderamente popular, bulliciosa y transgresora.
El pasado viernes había, además, una causa noble que defender, aparte del mero hecho de disfrutar de la música. Se trataba de recaudar fondos para Aitor, un niño navarro de dos años al que la vida le ha jugado una mala pasada. En enero Aitor se atragantó con una salchicha mientras cenaba, por lo que estuvo varios minutos sin poder respirar. El tiempo que su cerebro permaneció sin oxígeno le ha provocado graves problemas de psicomotricidad: no puede andar, no ve bien, no habla correctamente… Un drama que su familia está intentando superar con un tratamiento que (oh, sorpresa) no se ofrece en la sanidad pública. Y para ayudar a costearlo se presentó El Drogas. El concierto fue gratuito, pero se habían instalado barras y todo lo recaudado en ellas sirvió para ayudar a Aitor.
A pesar de que el concierto fue en la calle, o quizás precisamente por eso, El Drogas y los suyos no se limitaron a ofrecer una actuación “de compromiso”, sino que durante más de dos horas y media sintetizaron los tres proyectos a los que se están dedicando en la actualidad. En primer lugar, la conocida como “Rythm’n’blues band”, en la que la banda habitual cuenta con el apoyo de dos espléndidas coristas (Selva Barón y Patricia Greham) y los teclados de Germán San Martín, con quienes se acercan a sonoridades propias de la música negra.
Ya con la banda a solas en el escenario (El Drogas en la voz, Txus Maraví en la guitarra, Flako Txarrena en el bajo y Brigi Duke en la batería) atacaron el grueso del repertorio, que gravitó especialmente sobre el último, triple e imprescindible “Demasiado tonto en la corteza” (Maldito Records, 2013), aunque también recogió canciones de todas las etapas del artista navarro (Barricada, Txarrena y La venganza de la abuela). Esta fue la parte que más se asemejó a la gira principal con la que están recorriendo toda nuestra geografía, ofreciendo actuaciones de más de tres horas en las que exhiben todo su potencial.
Por último, también dejaron un par de destellos de lo que está siendo “La desmemoria band”, proyecto para el que el cuarteto recupera versiones de “La tierra está sorda”, el último disco que grabó El Drogas con Barricada y en el que todas las canciones versaban sobre la Guerra Civil. Las actuaciones de “La desmemoria band” se celebran en lugares relacionados con la memoria histórica.
Y siendo Navarra una tierra tan fértil para los grupos de rock, en esta ocasión El Drogas quiso invitar a varios amigos, como Kutxi Romeo (cantante de Marea), Pedro Fernández Razkin (cantante de La Fuga), Javi Robles y Dani Lafuente (de los jovencísimos pero muy experimentados Cero a la izquierda) Migortxo (de DKuajo) e Ibai Ganuza (de Motxila 21, grupo formado por músicos navarros con Síndrome de Down en el que también participan, entre otros, El Drogas y Kutxi de Marea). En esta fase del concierto no había guión definido y los invitados entraban y salían desordenadamente del escenario, formando un caos maravilloso de voces y talento. Así se desarrolló la última parte de la actuación, para disfrute de las dos mil personas que allí se congregaron. Por supuesto, no faltaron en este tramo grandes himnos como “No hay tregua”, “En blanco y negro” o “Balas blancas”.
Fue el cierre de una velada solidaria en la que El Drogas volvió a demostrar que se encuentra en un excelente momento de forma. Aunque, visto lo visto, eso ya no es noticia; la verdadera noticia es que lleve más de tres décadas así. Hiperactivo y polifacético. Deslenguado y transgresor. Con la cabeza puesta en mil proyectos y los pies siempre en el suelo (o en la acera en este caso), dispuesto a apoyar todas aquellas causas que considera justas, como la de Aitor, que fue, no lo olvidemos, el verdadero protagonista de aquel concierto.