Por Javier Escorzo. Publicado originalmente en Mundopop.
La noticia saltó en abril y rápidamente se extendió como la pólvora. Volvía Duncan Dhu. Como era de esperar, hubo opiniones para todos los gustos. La mayoría se congratulaba por la vuelta de una de las formaciones más legendarias del rock español, pero tampoco faltaron las voces críticas que abrieron varios interrogantes: ¿Tienen algo que decir a estas alturas? ¿Hay razones artísticas o meramente económicas? ¿Se trata de una reunión forzada? ¿Un truco de marketing?
Ellos fueron claros a la hora de explicar la cronología de su regreso. Recibieron una propuesta interesante para publicar un grandes éxitos y emprender una pequeña gira por América. La compañía discográfica les pidió un tema nuevo y ellos accedieron, pero al comenzar a trabajar juntos surgió la magia y lo que iba a ser una canción para acompañar la recopilación se convirtió en un EP de seis canciones con entidad propia.
Magia, esa es la palabra clave. Y de eso es de lo que trata, de comprobar si realmente sigue existiendo magia en sus canciones. El 27 de agosto vio la luz “El duelo” y se resolvieron todas las incógnitas.
Lo primero que uno percibe al escuchar el nuevo trabajo de Duncan Dhu es que su sonido es muy natural. No hay pose ni artificio en las canciones y Mikel y Diego parecen sentirse muy cómodos, nada forzados. Se ha explicado que tal espontaneidad se debe a que han vuelto al estilo de música que practicaron en los inicios del grupo, lo cual es cierto, pero no es necesario remontarse tan atrás en el tiempo.
“El duelo” se sitúa a medio camino entre el último disco de Mikel Erentxun (“Electrica PKWY”) y las dos últimas giras de Diego Vasallo (junto a Contacto en Francia y Luis Auserón).
Así pues, no es que hayan vuelto a lo que hicieron treinta años atrás, sino que se han limitado a seguir con que están haciendo en la actualidad. Si “El duelo” se hubiese publicado en otro momento (por ejemplo, después de “Cabaret Pop, realidad virtual del rock’n’roll” o “Acróbatas”), hubiese quedado clara la impostura, pero ahora no chirría. Tiene lógica, es verosímil. Uno escucha el EP y se lo cree, supone la evolución natural de sus respectivas carreras en solitario, que han vuelto a confluir después de muchos años de distanciamiento.
Otro punto a destacar es la calidad de las canciones. Las seis tienen un nivel altísimo, y ello obedece fundamentalmente a tres razones: en primer lugar a las músicas que ha compuesto Mikel, que sigue escupiendo melodías memorables con una facilidad asombrosa. Ahí radica la contagiosa frescura del álbum. En segundo lugar, a las letras de Diego. No es de extrañar, pues desde sus más tiernos inicios ha sido un letrista de altura, pero en “El duelo” firma los que posiblemente sean los mejores textos de toda su carrera. Y en tercer lugar, a la pericia instrumental de la banda. Aquí hay que mencionar el encomiable trabajo de Joseba Irazoki, un virtuoso de las seis cuerdas que aporta su buen hacer con varios instrumentos (guitarras, banjo, dobro, mandolina, pedal steel). Eso hace que las canciones suenen frescas y fluidas, pero trabajadas, con enjundia. Ya no son tres adolescentes con una guitarra, un bajo y una batería. Ahora son una banda experimentada que suena sencilla, pero no simple.
El día que salió el disco a la venta ofrecieron un mini concierto acústico en el Palacio Miramar de San Sebastián. No fue un concierto “oficial” sino una pequeña presentación para prensa y amigos.
Acompañados por Carlos Aranzegi (batería) y Joseba Irazoki (guitarra y banjo), Mikel y Diego dieron pistas sobre cómo se desarrollará la gira. Sólo fueron seis canciones (“Cien gaviotas”, “El sentido de tu canción”, “El duelo”, “A tientas”, “Cuando llegue el fin” y “Casablanca”), pero quedó claro que el tono va a seguir siendo acústico, lejos de los grandes montajes escénicos de los tiempos de “Autobiografía”, “Supernova” o “Piedras”.
De los seis temas interpretados, dos fueron nuevos. Y es que la gira no será un mero ejercicio de nostalgia. Además de los clásicos del grupo, que obviamente estarán en el repertorio, la banda interpretará las seis canciones de “El duelo” y varias de “Crepúsculo”, el que hasta ahora era el último disco de Ducan Dhu y que nunca fue presentado en directo. Es decir, casi la mitad de los conciertos estará formada por material virgen sobre las tablas.
El momento más emotivo de la presentación llegó cuando Carlos y Joseba cedieron su lugar en el escenario a Juanra Viles. Duncan Dhu recuperó su formación de trío original para interpretar “Casablanca”, algo que no sucedía desde 1987.
Las obligaciones de Juanra le han impedido formar parte de la banda de regreso (es concejal del ayuntamiento de San Sebastián), aunque a buen seguro colaborará en algunos conciertos.
Otra cosa que quedó clara es que Duncan Dhu sigue atrayendo, y de qué manera, la atención mediática. Tras la actuación, Mikel y Diego salieron a los jardines del Palacio Miramar para atender paciente y disciplinadamente a la gran cantidad de medios de comunicación que allí se habían congregado.
La escena era bucólica y parecía sacada de una de sus canciones, con el mar al fondo y el cielo azul, aunque levemente nublado. Íñigo Argomániz, su manager de toda la vida, clavó la mirada en el horizonte. “Qué día tan bonito se ha quedado. Qué sensación de calma”, murmuró. Pero se equivocaba. Tres décadas después, el viento vuelve a soplar más de lo normal en las playas de San Sebastián.