Crónica / Ara Malikian, Pamplona (Navarra Arena, 22/12/2018)

 

Texto y fotos, por Javier Escorzo.

Publicado originalmente en Diario de Noticias.

 

FECHA: 22/12/2018

LUGAR: Navarra Arena

INCIDENCIAS: En torno a siete mil personas, agotando las entradas que se habían puesto a la venta. Público mayoritariamente mayor, que permaneció sentado durante toda la actuación (salvo los momentos en los que se levantó para aplaudir, que fueron varios).

 

UN VIOLINISTA EN EL ESTADIO

 

Desde que The Beatles incluyesen sección de cuerda en aquella ensoñación de Paul McCartney que terminó siendo ‘Yesterday’, han sido innumerables las veces que los violines han convivido con la música popular. Aunque hay casos de maravilloso pop orquestado, en la mayor parte de los casos, los violines solían permanecer en segundo plano. Por eso es tan extraño el caso de Ara Malikian, violinista libanés (afincado desde hace años en España) convertido en auténtica estrella mundial y acostumbrado a actuar en grandes recintos de todo el mundo. Y todo esto lo ha conseguido con una música instrumental en la que su violín es el elemento principal. Para hacernos una idea de su tirón popular, diremos que en Pamplona actuó en un Navarra Arena de capacidad intermedia, en torno a siete mil espectadores (hace pocos meses Rosendo hizo lo propio para aproximadamente la mitad de espectadores). De hecho, el concierto de Ara comenzó con algo de retraso debido a que, a la hora prevista, todavía quedaba mucha gente haciendo cola para entrar.

Una vez dentro del Arena, se habían dispuesto sillas en la pista y un telón cubría el escenario (en él podía leerse “Corral de comedias portátil de Ara Malikian”). Los corrales de comedias eran los lugares en las que se interpretaban las obras de teatro más populares durante el Siglo de Oro, por lo que quedaba claro que aquello no iba a ser un concierto al uso, sino, más bien, un espectáculo de variedades. Obviamente, la música fue el elemento principal, con un Ara ataviado cual rock star (pantalones de campana, desordenada melena y americana sin mangas), flanqueado por una extraordinaria banda en la que, también, las cuerdas eran mayoría (violín, viola, chelo, contrabajo, guitarra, percusión y batería). Y en lo que se refiere estrictamente a la música, hubo mucha variedad: pasajes más europeos, en ocasiones cercanos a la canción italiana con ritmo de tarantella, divertimentos que aprendió en la época en las que tocaba en cabarets de baja estofa (‘Broken eggs’), hermosos recuerdos a Paganini (‘La Campanella’), música zíngara y balcánica, pop fastuoso (con una extraordinaria versión de ‘Life on Mars’, de David Bowie) o incluso momentos más hard rockeros (con una contundente interpretación de ‘Kashmir’, de Led Zeppelin). Salvo cuando los sonidos viraban hacia el rock, que la batería adquiría mayor importancia, en el grueso protagonismo recayó sobre las cuerdas, especialmente sobre el violín del virtuoso Ara.

Además de música, también hubo humor en los monólogos con los que el libanés presentaba las canciones, y, por supuesto, la calidad en luces y sonido que a este tipo de eventos se les presupone. Sin embargo, entre tanta variedad, los momentos de más hondura llegaron cuando el violinista se centró en lo clásico: ‘Vals de Kairo’, dedicada a su hijo, ‘1915’, compuesta en honor a las víctimas del genocidio armenio (del que escapó su abuelo), o la pieza de Bach con la que terminó, tocando entre el público.

 

Ara-15

Your email is never published or shared. Required fields are marked *

*

*