Por Javier Escorzo. Publicado originalmente en Indistanea.
Uno no puede más que alabar la excelente salud cultural de San Sebastián. El Festival de Jazz (Heineken Jazzaldia) ofrecía varios conciertos simultáneos en distintos lugares de la ciudad y, por si fuera poco, la asociación cultural Banda Bat añadía una nueva propuesta para la noche del viernes: el concierto de Anari, Joseba Irazoki y Joaquín Pascual.
Situada en la ladera del monte Urgull, la antigua casa del guarda (Guardetxe) fue el lugar que acogió el evento. Antes de empezar, desde su terraza se podía escuchar el concierto de Marc Ribot y los Cubanos Postizos.
Y a las 22:30 Anari salió al escenario con su guitarra acústica (en formato dúo, acompañada por un guitarrista eléctrico). La guipuzcoana practica un rock folk introspectivo en el que su voz y sus letras (en euskera) tienen mucha importancia. Puestos a buscar parecidos, podríamos decir que tiene elementos en común con Nacho Vegas. De hecho en alguna ocasión Anari ha versionado el tema de Nacho “Cerca del cielo”. El viernes no la tocó, posiblemente por las limitaciones de tiempo que impone un concierto de tres artistas.
Tras la tranquilidad y el sosiego de Anari llegó la explosión de Joseba Irazoki. A juzgar por el sonido cualquiera diría que sobre el escenario había una banda de lo más numerosa. Pero no, allí solo estaba Joseba ejerciendo de histriónico hombre orquesta y dando una lección práctica de cómo tocar a la vez guitarras, pedales, bombo, flauta y percusiones varias sin volverse loco… o sólo un poco. Todo un espectáculo el ofrecido por este artista, que además de su carrera en solitario también ha acompañado a artistas como Atom Rhumba o Mikel Erentxun.
Y finalmente llegó el turno de Joaquín Pascual, que llegó a San Sebastián para presentar su último y excelente trabajo, “La frontera”. Acompañado por una solvente banda (Rafa Estrela en la batería, Ana Galletero en la guitarra y su hija Ángela en el bajo y los teclados), el músico albaceteño ofreció un repertorio basado fundamentalmente en los temas de su último disco, que fue interpretado prácticamente entero.
En la parte final del concierto llegaron algunos rescates de discos anteriores, como “Todos los días tengo un accidente” o “Nos miramos a los ojos”, de su anterior trabajo, “El ritmo de los acontecimientos”. Estas dos canciones fueron las encargadas de cerrar el concierto, pero el público quería más y la banda tuvo que volver a salir al escenario.
Curiosamente fue en el bis cuando Joaquín se mostró más comunicativo con el público. Antes de interpretar “De paseo” explicó que es una canción dedicada a su perro (Warhol, ya fallecido). Tras ella llegó la rabiosa “Sólo te pedí un cigarro” y un segundo intento de retirada, nuevamente infructuoso por la insistencia del público.
Así llegó el segundo bis, que no tenían preparado y tuvieron que improvisar. Fue “Evolution”, el himno de Mercromina. Avisaron al presentarla de que no la habían ensayado y que iba a sonar mal, pero hizo las delicias del público y sirvió, esta vez sí, para dar por finalizado el concierto.
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