Por Javier Escorzo. Publicado originalmente en Indistanea.
Segunda visita de Love of lesbian a Pamplona dentro de su actual gira. La primera tuvo lugar hace casi un año dentro del Festival Tres Sesenta; entonces acababan de estrenar su flamante “La noche eterna. Los días no vividos” que, por cierto, estaba en lo más alto de la lista de discos más vendidos de nuestro país. Ahora, once meses después, se confirma que el éxito del álbum no fue flor de un día y la banda catalana sigue congregando multitudes allá por donde pasa.
Tanto es así que han decidido no actuar en festivales. Tienen un disco doble entre manos y quieren presentarlo sin limitaciones de horario, por lo que están ofreciendo una extensa gira de conciertos largos en salas. Así pueden explayarse a placer y desplegar íntegramente su discurso: la parte más sentida y también la más cómica, combinándolas hasta alcanzar el equilibrio sobre el que siempre ha planeado Love of lesbian.
“Esperamos que la noche no se os haga eterna, en el mal sentido de la palabra”, dijo Santi tras interpretar el tema que abre y da título (parcialmente) a su último disco. Pero eso era, precisamente, lo que el público deseaba conseguir en aquel concierto: esa pequeña porción de eternidad a la que solo se accede mediante la escucha de ciertas canciones. Como por ejemplo “El hambre invisible”, que fue la siguiente en sonar. O “Los seres únicos”, dedicada por el grupo a todos aquellos que asisten a varios conciertos de una misma gira.
“Noches reversibles” y “Carta a todas tus catástrofes” supusieron el primer viaje al pasado, concretamente a sus discos “Cuentos chinos para niños del Japón” y “Maniobras de escapismo”, respectivamente; dos trabajos que en su momento no lograron colarse entre las preferencias del gran público pero que, a raíz del éxito desmesurado de su álbum “1999” hoy son minuciosamente conocidos por los seguidores del grupo. Incluso la omnipresente crisis se coló en el estribillo de “Si salimos de esta”, transformado por Santi en “Sí, saldremos de esta”. Un canto al optimismo que fue muy coreado por el público. Como no podía ser de otra manera, no faltaron canciones del ya citado “1999”, el álbum que les catapultó a la fama. “Allí donde solíamos gritar”, “Las malas lenguas” o la celebérrima “El club de fans de John Boy” convirtieron la sala Tótem en un auténtico karaoke.
Las canciones y los chupitos se sucedían encima del escenario y el ambiente festivo inundó la fiesta. Los gorros con forma de pez y las gafas de sol gigantescas cubrieron los rostros de los músicos, que dieron rienda suelta a sus ganas de fiesta con la parte más festiva de su repertorio, con piezas delirantes como “Me amo”, “Si tú me dices Ben, yo digo Affleck” o “Los toros en la Wii (Fantástico)”.
Pero Love of lesbian tiene dos almas: la seria y la grotesca. Dos vertientes bien diferenciadas que, como el Yin y el Yang, luchan entre sí a la vez que se complementan una a otra. Dualidad, bipolaridad o, sencillamente, pocas ganas de encasillarse en ningún cliché. Los seis músicos catalanes huyen de la autocensura pero también procuran que ninguna de las dos partes devore y minimice a la otra. En sus canciones, el humor es el contrapunto necesario de la sensibilidad, y el día que renuncien a una de sus dos caras dejarán de ser Love of lesbian. Sin embargo, hasta ahora la parte honda ha prevalecido en su discografía, y así fue también en el concierto de Pamplona. “Los días no vividos” y “Oniria e Insomnia”, dos temas de hondo calado fueron los bises elegidos para finalizar el concierto.
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