Por Javier Escorzo. Publicado originalmente en Mundopop.
Londres siempre fue una ciudad importante en la vida de Duncan Dhu. De allí salieron muchas de las influencias que les formaron como músicos. Allí grabaron algunos de sus discos más importantes, como el mítico “Autobiografía”. Y fue allí donde, a finales de los ochenta, firmaron un contrato con el prestigioso sello Creation de Allan McGee (a la sazón, descubridor de Oasis), en virtud del cual los discos del grupo serían distribuidos en Inglaterra por la misma discográfica que editaba a The Jesus and Mary Chain, Primal Scream o My bloody valentine, entre otras divinidades del Olimpo independiente britpopero. Pero a pesar de todas esas conexiones, Duncan Dhu nunca había actuado en Londres. Hasta el pasado sábado.
La organización del evento corrió a cargo de Rock sin subtítulos, empresa española afincada en la capital británica que periódicamente lleva allí a bandas nacionales, para disfrute de los muchos jóvenes que tienen que buscar fuera de nuestras fronteras las oportunidades que no encuentran dentro. No sería de extrañar que surgiesen iniciativas similares en otros países; al paso que vamos, los grupos españoles tendrán que recorrer Europa si quieren actuar para los jóvenes de nuestro país.
Había también algunos ingleses con curiosidad por descubrir nuevos sonidos y latinos amantes del rock cantado en español (en las primeras filas se vieron banderas de Venezuela y México). Pero el grueso del público fue similar al que puede encontrarse en cualquier concierto de la gira española. Y al igual que en España, la sala estaba abarrotada; las entradas se agotaron con varios días de antelación, y fue tanta la gente que se quedó fuera que se llegó a plantear la posibilidad de abrir una segunda fecha, aunque finalmente no fue posible.
También hubo varias diferencias con otras actuaciones. La primera y más evidente, que la de Londres no fue en un auditorio, sino en una sala con el público de pie. La banda se contagió del ambiente correoso y ofreció un sonido más sucio e intenso, algo que sentó bien a las canciones. También tuvieron que adaptar el repertorio a las características del local, por lo que decidieron no tocar las canciones más lentas y centrarse en su faceta más eminentemente rockera.
Al margen de eso, Duncan Dhu hizo exactamente lo mismo que ha estado haciendo durante los últimos meses: un espectáculo brillante y eficaz, pero en absoluto fácil. La noche comenzó con sus temas más recientes, los pertenecientes a “Crepúsculo” y “El duelo”. Los clásicos fueron cayendo con cuentagotas (“A tientas”, “Rozando la eternidad”), todos revestidos con el nuevo-viejo sonido de Duncan Dhu, esa mezcla de rock, country y folk que alumbró sus orígenes y que ahora vuelve a refulgir en sus canciones. Aquí hay que felicitar a la banda por su inmenso trabajo. Mikel y Diego siempre se han rodeado de muy buenos músicos, tanto en estudio como en directo, por lo que sería absurdo especular con qué formación fue la mejor, pero Joseba Irazoki, Fernando Macaya, Mikel Azpíroz y Carlos Arancegui posiblemente sean los que más se han acercado a la esencia de sus canciones.
Había transcurrido media hora de concierto cuando “Una calle de París” y “La casa azul” marcaron el punto de inflexión. A partir de ahí, la sala Scala se convirtió en la Torre de Londres y Mikel y Diego exhibieron las joyas de su corona, una colección de piedras preciosas que pide a gritos ser inmortalizada en un disco en directo. Todos los temas han sufrido variaciones respecto a sus versiones originales, en algunos casos (“La barra de este hotel”, “No debes marchar”, “La casa azul”), tan grandes que se pueden considerar canciones completamente nuevas. Sería una verdadera lástima que se perdiesen al término de la gira. Ni la banda, ni los seguidores ni la historia del grupo lo merecerían.
El aluvión de éxitos continuó hasta los bises. Fue precisamente mientras Mikel presentaba a la banda cuando sus compañeros le sorprendieron con una tarta para celebrar su cumpleaños. El cantante no pudo evitar emocionarse, aunque rápidamente se rehízo para despedir el concierto con una trepidante versión de “Mundo de cristal”. La sala Scala prorrumpió en una estruendosa ovación. Duncan Dhu había ganado otro duelo más. Sus armas son sus canciones y están llenas de futuro.
Si quieres ver las fotos de este concierto, pincha aquí.