Publicada originalmente en Efe Eme. Por César Prieto.
Coinciden estos días en librerías dos biografías que enfocan similar objeto: la obra de Mikel Erentxun por un lado –ya hablamos hace unos días del completo volumen de Ana Lucas, “Mikel Erentxun: Una cosa y la contraria”– y la de Duncan Dhu en su conjunto, a cargo del periodista y compañero de Efe Eme Javier Escorzo. Es lógico, pues, que ambas obras parezcan afines en datos, en análisis y hasta en interpretaciones; sin embargo no son excluyentes, sino complementarias. Tras el emocionado prólogo de Iván Ferreiro, que se abrió a la música con las canciones del dúo, se encuentran perfiles diferentes en la obra que presentamos.
Tratando de Duncan Dhu, es evidente, tiene mucha mayor presencia la figura de Diego Vasallo, él mismo con declaraciones u obras, tanto en Cabaret Pop como a su nombre. De hecho, los elogios para sus discos superan casi a cualquier otra consideración por su valentía, su conexión sin buscarlo con corrientes en boga y su repertorio de exquisitas y poco conocidas canciones. Por otro lado, se cuenta aquí con un mayor número de testimonios, a veces ocupando directamente páginas enteras, no tan cercanos en amistad al grupo como profesionalmente. Sus productores, los miembros de su banda, los músicos que han tocado en sus discos… nos dan una imagen de cercanía, buen hacer y profesionalidad. Alguno, con años de carrera, llega a decir que con nadie ha trabajado tan a gusto como con ellos.
Por supuesto, sobre todo esto flota la historia: una sucinta mirada al contexto de la transición, las infancias, los Aristogatos y Los Dalton como primeros grupos emergentes, los chicos de los 80 que lo fagocitaban todo y lo curioso que llega a ser cómo un grupo nuevo consiga ser entrevistado en Radio 3. Simplemente, se llama a uno de sus locutores y acuden a los estudios. Les aseguro que sigue siendo así.
Los capítulos son muy breves –así, llega a tener casi cien–, a veces leves pinceladas impresionistas, lo que lleva a girar la cámara por todas las facetas de la larga carrera de ambos músicos, por la situación del Madrid musical cuando aparece “Canciones”, la cuestión política de Euskadi –nada impedía que se llevaran bien con Fermín Muguruza–, las declaraciones de Juanra Viles –el tercer miembro original– o las giras, a las que se presta especial atención y se tratan con singular detalle. Más de cuarenta personas entrevistadas dan para mucho.
Es, por tanto, una obra que no cubre lagunas con respecto a la de Ana Lucas, simplemente trabaja con datos diferentes, menos emocionales y más técnicos y de historia oral e intenta al final demostrar que ambos músicos se mueven en los parámetros del mundo indie, que tienen conexiones estilísticas y que este los respeta y los considera parte de sus influencias. No hace falta: Duncan Dhu tienen mérito no por lo que sean estéticamente, sino por lo que han hecho, que es mucho y bueno.
