Texto y fotos, por Javier Escorzo.
Continuando con su afán por animar la vida cultural de Estella, la joven empresa SALdCASA organizó un nuevo evento en el Centro Los Llanos. En este caso se trataba de un concierto acústico a cargo de Mikel Erentxun; el donostiarra está cerrando el ciclo “Corazones”, que a la postre ha estado compuesto por el álbum (“Corazones”, Warner, 2015), el EP “Corazón salvaje” y el disco en directo “A corazón abierto”.
Siguiendo la estela de este último trabajo se presentó Mikel en la ciudad del Ega, acompañado únicamente por su guitarra. Sin embargo, no se ciñó a ese repertorio. A pocos meses de entrar a grabar su nuevo disco, Erentxun se encuentra relajado y recorre el conjunto de su carrera, que sobrepasa ya las tres décadas. Abrió fuego con ‘Tu nombre en los labios’, uno de los singles de aquel maravilloso trabajo que fue Acróbatas. Tras ella, ‘El corazón del dragón’ y el primer hit de Duncan Dhu: ‘Entre salitre y sudor’, en una versión country cercana a la que han facturado en la reciente gira de su banda madre.
‘Veneno’ es otro de los clásicos de su cancionero, aunque en este caso mucho más próximo en el tiempo. Una canción no demasiado conocida, pero que el público la hizo fija en los repertorios desde antes incluso de ser publicada. El concierto no tenía guión y Mikel iba mezclando los temas según su apetencia. Tan pronto entonaba un éxito de su carrera en solitario (‘Mañana’ o ‘A un minuto de ti’), como otro de Duncan Dhu (‘Palabras sin nombre’ o ‘Una calle de París’). Hubo también espacio para canciones menos conocidas, como ‘Mujer sobre el papel’, de Duncan Dhu, o ‘Vasos de Roma y Ginebra’. Incluso clásicos del rock español, pero de otros autores. A saber: ‘Marilyn Monroe’ de Alarma y ‘El rompeolas’, de Loquillo y Los Trogloditas.
Otra sorpresa fue el rescate de ‘Capricornio’, el que fue segundo single de “Piedras” allá por 1994, y que en su versión original cantaba a duo con su compañero Diego Vasallo. Con la enérgica ‘Corazones’ llegó el final del concierto, con un Mikel desbocado que acabó por el suelo tocando su guitarra a la vez que exhibía sus raíces rockeras intercalando estrofas del ‘That’s all right (mama)’ de Elvis Presley.
En los bises, nueva ración de éxitos propios (‘El hombre que hay en mí’ y ‘Cartas de amor’), ajenos (‘Bujías para el dolor’ de Bunbury y ‘Slowly’ de Luis Eduardo Aute), así de su antigua banda (‘Jardín de rosas’). La sala aplaudía puesta en pie mientras Mikel se despedía, pero aun tuvo tiempo de acercarse al micro para cantar a capella los primeros versos de ‘Esos ojos negros’, que fue terminada por el público.
En resumen, un concierto distendido y cercano. Una manera diferente de disfrutar de Mikel Erentxun, que libre de compromisos promocionales exhibe uno de los repertorios más lustrosos del rock español, mientras ultima los detalles del que será su próximo disco, que entrará a grabar en enero.
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